CULPA DE OTRO.
Primera obra de teatro de la colección Wilson. El mismo Wilson fue testigo de este evento en un tren. El silencio crudo y hermoso que se produce en este vagon luego de estos dialogos no se pudo llevar al guion. Gracias al amigo Juan, el gran Juan que ayudo a volcar esta obra al papel. Wilson, no dice palabras. Se va, en silencio.
5 Comments:
Gracia a vo Pablo. Y gracia al capitalismo también, pues sin el, no tendriamos Blog.
Encontrar el arte en cada instante, eso es una virtud de pocos. Lamento mucho leer la idea de juan de que la tecnología no puede desarrollarse si no se adhiere a un sistema en el cual estas cosas se multipican. Todo el tiempo. Y uno viéndolo hasta la muerte.
No nos equivoquemos. Nada tiene que ver con la falsa modestia que el autor en el comentario de su propia obra, su primera obra de teatro, reconozca su ineptitud a transmitir toda la tension de la situacion y prefiera llamarse a silencio. No es mas que una generosa y repetitiva indicacion del nodo del argumento. La supuesta impotencia argentina. El viejo sainete reinterpretado por los personajes en clave actual, hoy teoricamente victimas de las consecuencias del Washington Consensus. Otro tanto hace el colaborador del gran artista, dicho Juan, que por contradiccion no puede, no quiere, ocultar la clara inclinacion anarco-socialista de fines del siglo XIX (cuanto romanticismo!). Que dirian hoy los hermanos Discepolo....
Denuncia poética y pertubadora! Claro Wilson, total no sos vos el que tiene que consolar a este agente de bolsa, ni a este funcionario público, ni a este productor de tv. Están dolidos, claman por reparación moral y además son viejos y feos. "¡No es tanto nuestra culpa!" sollozan en mi regazo "medio que se nos fue de madre" aclaran mientras me corren el bretel del corpiño...Andate haciendo los bucles Wilson, vos ocasionaste este terremoto sentimental.
Fernando: filosofía que propongo, están todos locos menos yo y todos son menos inteligentes que yo.
Roberto: que feo lo que decís, porqué sos tan soberbio?
Fernando: no estaba hablando de mí, sino de Jorge Yo, un amigo mío.
Roberto: Basta, me das miedo, andate a dormir silbando bajo.
Fernando: Dejáme tranquilo, no sé silbar.
( Fernando sale silbando de escena, Roberto lo mira y también se va)
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